martes, 20 de febrero de 2007

Unas líneas sobre Atenas

Andan poniendo en el Canal de Historia un reportaje sobre Atenas. Cuando uno ve un documental de ese tipo siente un repentino arrebato que conduce al estudio del tema. Pero luego se pasa, porque cambian de programa o cambias tú de canal. El documental en cuestión es meramente descriptivo, no aparecen los típicos expertos que opinan del tema ni nada de eso. Sólo imágenes y un narrador contando la historia. Dejan bien a Pericles, a los filósofos, a los escultores... Fidias tuvo que largarse de por vida de Atenas después de hacer una estatua de Atenea para el Partenón; la polis nunca le perdonó al tipo el pastón que se gastó honrando a la diosa. Fidias, hoy en día, sería secretario de Estado o director de algún museo, con beca de estudio y restaurante propio. Pero los atenienses eran pocos y se controlaban entre sí. Quizá ése sea el secreto, no ser demasiados. No entiendo, por tanto, qué problema hay en que la cantidad de población disminuya...
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Pero hablemos de Atenas. Donde Platón corrompía a los menores, ahora pasa el metro. Donde se hacían las vasijas negras y ocres tan famosas y conocidas, que de paso era un barrio de putas, ahora queda un mercadillo. No dijeron qué fue de las putas. Del Partenón apenas quedan unas piedras. Y, sobre todo, el color ha desaparecido. Porque los atenienses lo cromaban todo. Las estatuas, los frisos, las columnas... Debió de ser espectacular, acojonante, la visión de esa Atenas. ¿Qué queda hoy en día de aquello? Casi nada. Y si de Atenas, vienticinco siglos después, apenas hay restos fidedignos... ¿qué quedará de nosotros?
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El narrador explicó que la industria de las vasijas de aquel tiempo era lo que para nosotros es la industria del coche. Había dinero y prestigio de por medio en la fabricación de esos objetos. Pero, ¿de verdad alguien espera que quede algo de la industria automovilística dentro de veinticinco siglos? Dudo mucho que pasados 500 años sepan nada de los coches ni de los que los perpetraron.
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Sófocles y Eurípides inventan el teatro. Platón y Aristóteles toman la filosofía oriental y la someten a occidente (de esto no habló el documental, pero lo importante es que hoy sabemos quiénes eran esos dos tipos). Pericles se toma como ejemplo de buen gobernante. Fidias hace maravillas con el mármol en sus ratos libres. Y me da en la nariz que dentro de otros veinticinco siglos, si esto no revienta antes, los que queden por aquí seguirán oyendo hablar de Sófocles, Platón, Pericles, Fidias... Pero nada sabrán acerca de la existencia de Antonio Gala, Guiddens, Bush, Aznar o Moneo... Bueno, de Aznar no se acordará nadie dentro de veinticinco meses.
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Este planteamiento nos lleva a pensar que nuestra civilización es perecedera, de usar y tirar. ¿Qué vamos a dejar a los siglos? ¿Qué obras nuestras, físicas o de pensamiento, creemos que quedarán? El documental terminaba con una frase acertada: Atenas, la preferida del tiempo. Sí, ¿pero y nosotros? ¿Siglos XX y XXI, la miseria del tiempo, la miseria del pensamiento, la miseria de las miserias? A nosotros no sólo se nos irán los colores, como les ha pasado a las Cariátides, a nosotros es que ni nos van a citar ni en los libros de texto. Y mucho menos si las reformas educativas continúan por el camino que van. (En ese caso, en breve dejarán también de hablar de Atenas).

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola hola yo quiero saber la industria de atenas no cualquier otra cosa¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡