¿Y si nos diera -imagínate-
por ser pastores?
Apacentaría yo palabras,
tú les pondrías voz,
y así,
cantarinas y juguetonas,
las dejaríamos pastar
a su aire
por los campos del aire.
Yo, cayado de patriarca,
pecho de lana y botas de tierra.
Tú, alas de crisálida,
saltando de una a otra,
susurrándole al rebaño
al oído:
el oído de las palabras.
Pastoreando vocablos, ¿te haces a la idea?
¿Qué fructíferas manadas
no lograríamos criar?
¿Qué colinas yermas
no alcanzaríamos
a poblar con las palabras?
Sin nos diera... si nos diera...
por ser pastores...
...yo con...
tú les pondrías...
Aunque pensándolo bien,
Alonso Quijano se planteó ser pastor
y al capítulo había muerto.
Mejor será que sigamos
dedicándonos a lo que nos dedicamos,
sea esto la maldita cosa que sea.
jueves, 24 de mayo de 2007
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