Estoy en la espuma de la cerveza.
En la bruma de los restos que quedan
de la cena de ayer. En la belleza
de la ruta de tus bragas de seda.
Me siento en la esquina de las barras
sin estrellas del vagón-cafetera.
Bajo a tus muslos, me subo a la parra
que sirvió a la Eva costurera.
Soy del humo del que regresa al cigarro
con cara de hijo pródigo y amado.
Soy mermelada que se come el tarro.
Soy la guitarra que no encuentra funda.
Estoy en la tundra del exiliado:
Persiles huyendo de Sigismunda.
martes, 22 de mayo de 2007
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