jueves, 29 de marzo de 2007

La Feria del eterno retorno

Se dice que la Feria comenzó un 15 de agosto. Nadie sabe exactamente el porqué de esa creencia, el porqué de esa fecha, cuando ni siquiera los más viejos se ponen de acuerdo respecto al año concreto en que dieron comienzo las fiestas. Es más, incluso existe una corriente según la cual la Feria no ha conocido principio, la Feria ha existido siempre. Sin embargo, la fecha del 15 de agosto está de algún modo impresa en las mentes de los lugareños.

Nadie posee datos concretos, el pueblo simplemente deduce a partir de indicios. Se conoce, por ejemplo, que aquellos que montaron en el tiovivo siendo niños ahora exhiben ―vuelta a vuelta y sobre sus caballitos y autos de fantasía― canas, barbas y rostros arrugados. A partir de la observación de este fenómeno algunos sostienen que la Feria debió de comenzar hará unas cuatro décadas. Pero la teoría “de los cuarenta años”, como se la conoce, no se sostiene si pensamos que el tren de la bruja aún sigue regalando escobas. Y dicen a continuación los detractores de la “teoría de los cuarenta años”: ¿cómo van a llevar cuarenta años dando escobas? ¿De dónde habrían sacado tantas escobas?

Lo cierto es que todos los esfuerzos realizados para conocer cuándo comenzó la Feria han sido inútiles; hasta el punto de que la mayoría de la población ya no siente interés por saber la fecha del comienzo, y se limita a sobrevivir entre caballos, vestidos de volantes y la canción del verano. La masa pasea ininterrumpidamente por el Real de la Feria, aturdida, como un ejército de espectros sin alegría. Porque muchos van perdiendo la esperanza.

―Vámonos de la Feria.
―¿Para qué? Si tendremos que volver tarde o temprano… más vale no irse… pidamos otra copa.

Pero, sin bien es cierto que las razones de que la Feria no se detenga siguen siendo oscuras, lo que se sabe con certeza es que el fenómeno no consiste en una sucesión de Ferias distintas, sino en la existencia de una misma celebración ininterrumpida. ¿Cuál es la prueba irrefutable? Que la canción del verano sigue siendo la misma: “Vente p’a mi casetita, primo”.

La vida cotidiana se interrumpió hace años, lógicamente. Pero tampoco existen datos acerca de ello. Ni siquiera se sabe en qué consistía eso que llaman la vida cotidiana. ¿Era este un pueblo agricultor? ¿Ganadero? ¿De industria y comercio? Se dice que la gente fue llegando cada vez más tarde al trabajo, cansada por la acumulación de noches de juerga, y que la situación se fue agravando hasta el punto de abandonar cualquier actividad que no estuviera relacionada con la Feria de día o de noche. Las calles principales quedaron cubiertas por arenisca y excrementos de caballo. El olor a vino se extendió hasta los últimos recodos del pueblo. Se borraron los carteles indicadores de las afueras, y hoy nadie sabe adónde van esas carreteras que salen del pueblo y se internan en llanuras desconocidas. Nadie recuerda el nombre del pueblo tampoco, ya no es necesario tener ¿Para qué?

―Vente p’a mi casetita, primo.
―¿Tienes caseta propia?
―No, estoy cantando la canción del verano.
―Ah.

Todos los 14 de agosto los habitantes del pueblo esperan que la Feria se marche, que abandone los descampados y se apaguen las luces, que retorne esa normalidad que nadie recuerda; pero año tras año, como cada 15 de agosto, los del lugar regresan al recinto ferial al atardecer y asisten, resignados, al encendido de la portada, a la reanudación de los gritos de la tómbola, a la subida de la marea del olor de los churros. Y saben, entonces, que la Feria seguirá un año más en su pueblo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola angelcaído.
Como siempre disfruto con la lectura de tus textos.
Te advierto de una errata en éste. Dices: "hasta tal punto de que la mayoría de la población", creo que mezclaste "hasta el punto de que" con "hasta tal punto que" y creo que lo correcto en tu frase sería quitarle la preposición "de": "hasta tal punto que la población".
Saludos.

angelcaido dijo...

No era una errata: era un error. ¡Muchas gracias!