martes, 20 de marzo de 2007

Recados

X llama a Y desde el trabajo y le encarga que compre unos chorizos para las lentejas del almuerzo. Una hora más tarde vuelven a hablar por teléfono. Y ya ha comprado los chorizos, está en casa y le pregunta cuánto va a tardar en regresar de la oficina.

X retrasa su salida debido a que el jefe quiere hablar con él. Espera media hora, pero no le conceden la audiencia prometida. Cabreado por el tiempo perdido, sube al metro y aligera en los trasbordos para llegar cuanto antes. En el corto trayecto que hay entre la boca de metro y la casa se da cuenta de que apenas le quedan unos cigarros, así que se detiene en un bar, se cruza con un tipo al entrar, y compra un paquete de Ducados. El camarero que le atiende es viejo, lento de movimientos, y tarda unos segundos en encontrar el tabaco, que está debajo de la caja registradora. X se apoya en la barra por inercia y coloca el antebrazo sobre la superficie de cinc. Se la moja. Justo ha ido a poner el brazo en el lugar en el que alguien ha apoyado antes una jarra de cerveza. Se seca con una servilleta, paga el tabaco y se marcha a casa.

X no sabe que el agua que le ha mojado el brazo es la misma que resbalaba por la jarra de Z, el tipo con el que se ha cruzado al entrar en el bar. X no sabe que Z es con quien Y ha empleado la hora que ha transcurrido entre sus dos llamadas telefónicas. X no sabe, en definitiva, que Y no está esperándolo paciente, sino que en el mismo instante en que él se está secando con la servilleta, ella enfría la sábana que ha calentado Z, que ni siquiera le cobró los chorizos.

No hay comentarios: