jueves, 15 de febrero de 2007

Ikea

En el Ikea hay de todo. Paseas por sus dormitorios con la sensación de que el dueño de la casa va a salir del baño y te va a preguntar qué carajo estás haciendo ahí, en su cuarto. Te sientas en un comedor y, sin querer, comienzas a mirar la hora con impaciencia porque presientes que allí está a punto de venir alguien con los platos de la comida.
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El Ikea es de un país nórdico, me parece; y uno siente, mientras recorre los pasillos de esa exposición, que se puede tocar el sueño del Estado del Bienestar, ése que tenemos metido en la cabeza y que aquí se destruyó hace mucho (si es que llegó a haberlo; tendremos que preguntarle a los más viejos del lugar). Lo mismo a esos hombres que sufren las inclemencias del tiempo y que no tienen por costumbre amontonarse en el bar les da por sentarse en casa, mirando la lluvia que no cesa a través de los cristales del salón, y elaboran todo un arsenal de ideas que luego sirve para mejorar las administraciones, los impuestos, los trabajos. Ikea se parece a Idea y puede que eso no sea casual.
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Resulta muy europeo el Ikea, y es casi lo único que nos hace creer que la UE es verdad, porque, ¿a cuánta gente conocemos que haya pagado con euros en Francia o en Alemania? Esa realidad apenas la hemos comprobado por nosotros mismos. Pero el Ikea sí lo hemos comprobado. Hemos olido la honestidad de sus maderas, nos hemos aposentado frente a los televisores que sirven de excusa para echarse una siesta en unos sillones tan cómodos que parecen sacados de un jaleo pornográfico. Se nos olvida, a la par que nos llenamos las mentes con centros de mesa y alfombras, que eso es una multinacional, que sabrá dios de dónde viene tanto embalaje, que qué manos habrán urdido los mimbres de esas butacas de jardín. ¿Manos infantiles? ¿Manos bien remuneradas? Con tanta lámpara de pinza y tanto estante porta-cds el asunto aparenta ser el lado amable del liberalismo.
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Pero es lo más barato que hay y sería temerario no ir a Ikea. ¿Temerario para quién? Para las jóvenes parejas, claro, que de eso iba este artículo, ahora que me acuerdo. Porque yo las he visto allí, paseando de la mano, susurrándose secretos de alcoba (de alcoba, de baño, de salón...). Yo los he visto, quizá incluso he llegado a ser uno de ellos en algún momento, porque los amores se distinguen por los lugares que visitan, ¿y quién se resiste a disfrazarse, una tarde cualquiera, de proyecto de marido, señorona, pareja estable, moderna, cultivada y sin prejuicios? Yo he estado allí, mientras ellas, las parejas recién estrenadas, olían los precintos y soñaban que así es como olería su casa. El hogar que tanto les va a costar pagar. Una vida entera. Una eternidad en la que sólo compartirán un rato frente al televisor, cada noche, cuando los dos se junten para hablar de cómo les ha ido en los respectivos trabajos y no sepan a ciencia cierta qué sueldo de los dos es el que está pagando la hipoteca y cuál es el que les está manteniendo la nevera y las vacaciones en agosto. Parece Ikea entonces el libro del futuro y, cada una de sus estancias, la página de la crónica de una muerte anunciada. La del amor y la idea.
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PD: Y móntalo tú, eso sí, con un destornillador y dos cojones.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, Angelote.
nada de destornillador, tron. ikea es el reino de la llave Allen, tremendo invento.
¿sabes que hay en nuestra la rioja un pueblito llamado Igea que tiene enorme fábrica de puertas y de muebles?
parece serse que Igea en vascuence (o en noséqué, que ahora no encuentro el artículo) es "casa", no sé si tendrá alguna raíz común con Ikea.
¿y un relato sobre las familias que viven en las falsas casas de ikea y tienen que irse durante el día? El niño que llega por la noche y dice: mamá, estoy hasta los cojones de que estos visitantes me descoloquen los libros de nils holgersson, que luego me los encuentro en el retrete.

Marta Miranda dijo...

Os invito a visitar mi blog [url] http://piratasdeikea.blogspot.com/[/url].
En el encontrareis otras maneras de interpretar los productos de IKEA, transformándolos y dándoles usos distintos a los originales.
Espero que os guste y encontreis en él buenas ideas.
Un saludo:
Marta
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