martes, 3 de abril de 2007

Picasso al volante

He visto en un telediario matinal un accidente de tráfico. Hablaban de la operación salida, de los muertos en la carretera, del carnet por puntos y los límites de la velocidad. Pero la imagen ha sido gloriosa. Una marca de coches pagó hace años cierta cantidad de dinero por hacerse con la firma de Picasso y ponérsela como sobrenombre a un coche; le llamaron “No sé qué carajo―Picasso”. Siempre intentan revestir sus porquerías con algo que semeje dignidad.
El “No sé qué carajo―Picasso” de la noticia estaba reventado. Se había estrellado y sólo había quedado intacta la firma de Picasso. El volante a un lado, la puerta doblada, el habitáculo retorcido sobre sí mismo... ¡un coche auténticamente picassiano, un coche cubista! El azar del choque, la poesía de la velocidad y la violencia, han modelado con chapas y hierros una escultura picassiana, digna por fin de ser conducida por una señorita de Avignon.
Lo dice Aute en su último disco: Velázquez es dios, Goya, su muerte, y Picasso acabó con la pintura. Cierto, no hay pintura posible después de Picasso, pero sí la aerodinámica.
¿Lo siguiente? El “No sé qué carajo―Dalí”, que se derretirá en mitad del asfalto, sumiendo a la eterna caravana de gente que huye de las ciudades en un atasco onírico, a lo Julio Cortázar en La autopista del sur.
Picasso al volante. La velocidad y la violencia como artistas. El seguro azar nos está lanzando señales: los excrementos de los caballos fertilizaban los caminos, los excrementos de los coches somos nosotros, que vamos dentro.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Joe niño, que mal rollo leer esto horas antes de la operación salida. Te aseguro que iré con cuidado. Ahora sólo me queda decirte que pases un buen puente y que espero verte de vuelta el lunes. Un besote. Ana

El Autor dijo...

K bueno!!

Yo me comparé un "No sé qué-Manara" que dentro seguro que hay un par de tías buenas muy ligeras de ropa.

Puestos a elegir...

Isabel Martínez dijo...

Una intuición estética fabulosa... Esa recreación de la belleza en la catástrofe, en lo brutal, con sutil ironía me ha traído -salvando las distancias- a Lautreamont.
Enhorabuena.

............................................. dijo...

Precisamente acabo de visitar "Los cantos de Maldoror". Prometo, Isabel, escribir pronto acerca de él. Luminosísimo Isidore Ducasse, ¿verdad?